ESCENA I
Peronuño3, Doña Juana, Valdenebros, Lisarda, Poca Misa, Antolín, Sanchico
PERONUÑO.– (Aldeano, dueño de 1a casa, se destaca de la multitud, y acercándose a la Reina, hinca una rodilla en tierra.) Señora y madre nuestra, que honráis con vuestra presencia este olvidado pueblo de Castilla, sabed que os ofrecemos nuestras vidas y haciendas.
DOÑA JUANA.– Después de pasar la noche en Villalba del Alcor, en la dulce compañía de Valdenebros y Lisarda, he querido visitar una aldea de las más humildes de esta tierra, y por eso estoy aquí respirando con vosotros el aire campesino; no soy la primera castellana, ni tampoco la última: vosotros y yo somos lo mismo. Levántate, amigo.
PERONUÑO.– (Poniéndose en pie.) Señora, cómo pasan años y años sin que podamos veros; vuestra visita nos causa satisfacción tan grande, que no atinamos a expresarla. En mi larga vida no he tenido un gozo tan extremado como el que agora4 siento.
DOÑA JUANA.– Eres muy viejo, Peronuño; tu cara me lo dice.
PERONUÑO.– Tan viejo soy, señora, que me acuerdo de vuestra santa madre doña Isabel cual si viéndola estuviera. Á estos pueblos a caballo venía con reducida escolta de jinetes y espoliques5, buscando necesidades que remediar y pleitos que resolver. ¡Ah! No ha existido ni existirá en el mundo reina como aquella Cuando se la llevó Dios, estos pueblos quedaron desamparados y huérfanos. Y luego nos han traído esa caterva de flamencos que andan por acá rebañando los maravedises6 que con tantas fatigas ganamos.
VALDENEBROS.– Buen Peronuño, no hables a la Reina de cosas tristes, que Su Alteza ha venido aqui a esparcir su ánimo, no a entenebrecerlo7.
PERONUÑO.– ¿Cosas alegres? Pues verá vuesa8 merced: Ya era yo casado9, y con hijos, cuando entraron en Tordesillas aquellos arrogantes caballeros que nos traían la buena nueva de las Comunidades. Les vi llegar ante nuestra Reina, que está presente, ofreciéndole devolverle el gobierno. de aquestos10 reinos. Traían aparejada la Constitución hecha en Ávila para los reinos de Castilla, y tropa muy aguerrida, alzada en Toledo, Segovia, Salamanca y Zamora. Cerca de aquí empeñaron batallas y más batallas, pero...
DOÑA JUANA.– (Interrumpiéndole dolorida.) No Sigas; en Torrelobatón fueron desbaratados por las tropas imperiales, y…
PERONUÑO.– Media legua11 de aquí, a las puertas de Villalar, vi entrar a Padilla, Bravo y Maldonado. Iban maniatados; y a la mañana siguiente, por mano del verdugo, perecieron degollados en Villalar.
DOÑA JUANA.– (Muy emocionada.) Padilla dijo a sus compañeros: «Amigos, ayer fue día de pelear como caballeros; hoy es día de morir como cristianos.»
VALDENEBROS.– (Reprendiéndole.) ¡Peronuño!...
DOÑA JUANA.– Dejadle12 que hable. Me ha recordado el día más triste de mi vida en este destierro.
PERONUÑO.– Pues si la señora me da licencia, le contaré que también en un torreón de Simancas vi morir ahorcado al Obispo Acuña, el clérigo más animoso y más bravo que ha existido en España y en el mundo entero.
LISARDA.– Ya se os ha dicho que no habléis de trágicos acaecimientos. Pedid a la Reina lo que deseáis para mejorar vuestra existencia campesina.
PERONUÑO.– Si hubiéramos de importunar a la señora -con la cantinela del malestar y las fatigas que acá sufrimos, no acabaríamos nunca. Aquí hay no pocas labradoras que se pasan la vida descuajando estos terrones para que todo se lo lleve el fisco. Adelántate, Poca Misa, y -cuéntale a la Reina las apreturas que pasamos para malvivir en estos secanales13.
POCA MISA.– (Avanza entre la multitud.) Señora, si me dais 'licencia...
DOÑA JUANA.– (Vivamente.) ¿Y por qué te llaman a ti Poca Misa?
POCA MISA.– Porque nunca puedo oírla de cabo a rabo14, ni aun agora15 que estamos en Semana Santa.
DOÑA JUANA.– (Sorprendida). ¿Pero estamos en Semana Santa?
LISARDA.– Sí, señora; salimos de Tordesillas el Lunes Santo.
DOÑA JUANA.– No había caído en ello. Sigue sigue16, Poca Misa.
POCA MISA.– Soy viuda con seis criaturas; dos mellizos, a los que crie a mis pechos con ayuda de Dios Nuestro Señor. Huelgo decir a Vuesa Majestad el sin fin de mis trabajos. A los pequeñicos y a los mayorcicos17 cuidarlos de limpieza y sustento. Y aluego18, en mi heredad, poner estas manos a todas horas para que la tierra nos dé lo que necesitamos para vivir.
DOÑA JUANA.– ¡Pobre mujer! Ahora comprendo que no puedas estar el tiempo debido en la iglesia.
POCA MISA.– Ansí19 es, señora. Una mañana, al salir de la parroquia, topé20 con un fraile, que me echó unos latines21 y me mandó quedarme en la iglesia. Yo me planté y le dije: «So hi... de tal22, si quiere que yo me quede rezando aqui, vaya en mi lugar, coja el azadón, lábreme la tierra y cuídeme a los críos». (Risa general.)
VALDENEBROS.– Muy bien, Poca Misa. Tu respuesta fue muy acertada.
DOÑA JUANA.– ¿Y los mellizos, te viven23?
POCA MISA.– Sí, señora. Sanos y gordos los tengo como las mantecas de Dios24... Pues a lo que iba25: las labradoras, que no tenemos más que el día y la noche26, pedimos a Vuesa Grandeza27 que nos quite esa roña28 de pechos, alcabalas, foros, gabelas y otras socaliñas29, y que no parezcan30 por acá esos zánganos31 que, so32 color de favorecernos, vienen a llevarse el fruto de nuestro sudor, para costear las endiabladas33 guerras de los países que llaman bajos, tierra de flamencos, y los países de romanos, de italianos, de turcos y los de infieles, que son las alimañas.
VALDENEBROS.– No, mujer. Alemanias34 querrás decir.
POCA MISA.– Lo mesmo35 da.
DOÑA JUANA.– Yo me intereso por todos, y hablaré a mi hijo una y otra vez para que os alivie de tantas cargas onerosas. (Al oír esto prorrumpen todos en vítores y aclamaciones de júbilo. Los chiquillos36 tratan de romper las filas y lanzarse hacia la Reina, pero los padres les37 contienen.- Doña Juana, cariñosa.) Dejad, dejad que los niños se acerquen a mí. (Los chicos se acercan, y Doña Juana les acaricia. Los más pequeñitos quedan detrás como cohibi dos, y dos mayorcitos se ponen delante, junto a Doña Juana. Esta, además de acariciarle, les habla.) ¿De dónde sois? ¿Cómo os llamáis?
ANTOLÍN.– Yo soy de Tagarabuena, tierra de Toro; me llamo Antolín y mis padres son labradores.
DOÑA JUANA.– ¿Y estudiáis algo? ¿Sabéis leer?
ANTOLÍN.– Yo no sé leer; el que sabe es este38, que se llama Sanchico39 y estudia para cura.
SANCHICO.– (Protestando.)Mentiroso. Sé leer y escribir, pero no estudio para cura.
DOÑA JUANA.– (Acariciándole40.) ¿Te incomodas porque tu amigo te dice que estudias para cura?
SANCHICO.– Sí, señora; me incomodo porque no es verdad. Mi madre, que es lavandera de los frailes de San Francisco, me ha puesto a estudiar latín con uno que llaman Fray Alonso de Rebolledo; pero este señor, que antes que fraile fue soldado, no me enseña latín, sino el arte de la guerra, y sabe más de batallas, de asaltos, de tercios, marchas y contramarchas que el Gran Capitán41.
ANTOLÍN.– (Riéndose.) Señora, no haga caso.
DOÑA JUANA.– (Sonriendo.) ¡Hombre, más que el Gran Capitán! Mucho decir es eso42. ¿Y qué te enseña tu maestro, fraile y guerrero?
SANCHICO.– Muchas cosas. Ahora me enseña a manejar el arcabuz; ya sé apuntar y hacer disparos.
DOÑA JUANA.– ¡Qué valiente! Y el día que sepas manejar el arcabuz, ¿qué vas a hacer?
SANCHICO.– ¿Qué voy a hacer? Pues el día que algún deslenguado43 se atreviera hablar mal de Su Alteza y llamarla loca, le apunto veinte pasos y le meto una bala entre ceja y ceja44.
DOÑA JUANA.– (Con sorna.) No, hijo, no45 tanto. No debemos ser tan violentos ni precipitados. Además, Dios manda que perdonemos las injurias y hagamos todo el bien posible a nuestros semejantes.
SANCHICO.– Señora, déjeme a mí de perdones y de blanduras; yo no quiero más que guerra, guerra y guerra.
ANTOLÍN.– Señora, este es de la piel del diablo46.
SANCHICO.– Yo he de llegar u mandar una tropa muy grande, con muchos caballos, pedreros, cañones; sitiar una plaza, tomarla, saquearla y llevarme el botín...
DOÑA JUANA.– Y más que esas empresas guerreras, ¿no te gustaría una vida tranquila en tu casita47, labrando una heredad y sacando de ella el trigo, hortaliza, fruta?...
SANCHICO.– Señora, eso se queda para estos del yo me lo guiso y yo me lo como48.
ANTOLÍN.– Pues yo...
DOÑA JUANA.– Calla, calla. Este pica más alto que tú49, y descollará en la guerra más que tú en la paz; pero la paz y la guerra combinadas hacen felices a los pueblos. Vosotros, cuando seáis hombres, trabajad por Castilla y hacedla venturosa y rica.
PUEBLO.– ¡Viva la Reina de Castilla!
DOÑA JUANA.– (Muy turbada.) Reina de nombre nada más.
PERONUÑO.– Su Alteza no es reina efectiva porque no quiere serlo. Recobre la señora los reinos que le han quitado, y todos seremos felices.
DOÑA JUANA.– No, Peronuño. Los reinos de Castilla, Aragón, Nápoles, Milán, todo lo de Flandes y Alemania y los inmensos territorios del Nuevo Mundo, son gobernados por mi hijo Carlos.
PERONUÑO.– Los países distantes, de cualquier religión o estatuto que fuesen, no nos atañen poco ni mucho; lo que sostenemos y afirmamos es el deseo de que este sagrado suelo sea gobernado por su legítima Soberana, y nosotros, con ayuda de Dios, estamos decididos a derra mar nuestra sangre por resucitar las Comunidades de Castilla.
TODOS.– (Con gran estruendo.) ¡Viva Castilla!
VALDENEBROS.– Lo que quiere decir este buen hombre es que la voluntad de Su Alteza dé vida a un Estado nuevo.
PERONUÑO.– Eso, eso. Y los otros países que se arreglen como les cuadre.
DOÑA JUANA.– ¿Y ese nuevo Estado queréis ponerle en Rioseco, bajo la custodia y gobierno del Almirante de Castilla, don Fadrique?
PERONUÑO.– No, no.
DOÑA JUANA.– ¿Por ventura queréis ponerle en Bargos, bajo la autoridad del Condestable de Castilla, que sería la cabeza del nuevo Estado?
PERONUÑO.– Tampoco.
VALDENEBROS.– Ni el Almirante ni el Condestable deben regir el nuevo Estado. Castilla debe ser inseparable de esta ilustre señora, hija y heredera de la gran Isabel.
DOÑA JUANA.– ¡Pobre de mí! Yo no sirvo para eso. Hablaré con mi hijo, y él os concederá lo que deseáis: un gobierno patriarcal... El pueblo en estrecha unión con la Corona.
PERONUÑO.– Pero vuestro hijo es el emperador, y el emperador no nos quiere.
DOÑA JUANA.– Sí os quiere. Yo sé que os quiere.
POCA MISA.– (Manoteando.) El Imperio no quiere más que a los flamencos, y nosotros no queremos ni imperios ni flamencos.
VALDENEBROS.– Poca Misa, cállate. Y vosotros todos oídme: Los flamencos no son tan malos como creéis. Fraternizad con ellos; trabajad todos juntos en la labor de la tierra y en las artes, y veréis cómo al fin las 'comarcas españolas serán felices y ricas.
PERONUÑO.– Procuraremos entendernos con los flamencos, y quiera Dios que el Emperador mire por estos desdichados pueblos.
POCA MISA.– (Manoteando.) Bien venido sea el Imperio si nos ampara, pero a condición de que esta santa reina sea nuestra emperadora50.
SANCHICO.– (Aproximándose al grupo de mujeres.) Pero ¡qué bruta eres! No se dice emperadora,
POCA MISA.– ¿Pues cómo se dice?
SANCHICO.– (Con suficiencia.) Se dice emperatriz.
POCA MISA.– ¡Cállate, arrapiezo51: qué sabes tú! (En el grupo donde está Poca Misa y 108 chiquillos se hace algo de barullo.)
VALDENEBROS.– (Acercándose.) ¡Callad, callad! Su Alteza será reina efectiva de Castilla cuando ella se determine a cambiar su cristiana mansedumbre por una ambición gallarda más conforme con los deseos de su pueblo.
DOÑA JUANA.– (Con dolorido acento.) ¡Dejadme..., dejadme a mí!... Quiero acabar mis días en la obscuridad..., en el silencio...
"Agora" era una forma anticuada en los tiempos en que se estrenó la obra, como puede comprobarse en el Diccionario usual de la Academia de 1914 (28). No es extraño que ciertos arcaísmos permanezcan en el habla no culta y el hablante sin conocimientos lingüísticos los confunda con dialectalismos o vulgarismos. Aunque sea arcaísmo, creo que en este caso Galdós lo usa para caracterizar el habla rústica de Peronuño, o quizá como término evocador de la época en que transcurre el drama. La voz aparece en el Diccionario de Nebrija de 1495, aunque sin marca. En el Tesoro de Ayala Manrique de 1729 (28) puede leerse: "No ay duda que esta bien dicho en castellano, y assi lo han usado Autores muy cultos; pero ya se tiene por palabra anticuada, y decimos Aora, quitada la g". De modo que parece mejor la segunda interpretación.
"espoliques". La voz espolique figura en el Diccionario académico actual, que la define como 'mozo que camina junto a la caballería en que va su amo'.
"Maravedises". Como se sabe, el maravedí es moneda española antigua. El Diccionario usual de la Academia de 1914 (654) registra tres plurales: maravedís, maravedises y maravedíes (el último ya desusado entonces). Interesa notar que la forma del plural escogida por Galdós es la que proponía la Academia en su Gramática de 1771 (17) para los nombres acabados en vocal aguda, aunque en esta misma obra se recogían los tres plurales de la palabra y se añadía que el más usado era maravedís. El Diccionario panhispánico de dudas señala que el plural maravedises es más raro y poco recomendable por su apariencia vulgar.
Repárese en que el verbo "entenebrecer" se usa en sentido figurado con el significado de "ofuscar, turbar y oscurecer la luz del entendimiento, de la razón y así de otras cosas", que es como aparece definido en el Diccionario de Autoridades (1732: D-F, 501). No puede decirse que sea arcaísmo (figura en el último DRAE sin marca alguna), pero creemos que se trata de un uso arcaizante. En el uso actual, además, es pronominal y no transitivo como lo emplea Valdenebros.
Formula da tratamiento antigua formada por síncopa de "vuestra". Creo que Peronuño lo emplea con cierta imprecisión, pues el DRAE nos dice que es "título de cortesía que se usaba con aquellos que no tenían título o grado por donde se les debieran otros tratamientos superiores", y Valdenebros era "teniente de mayordomía mayor", de modo que quizá se le debía otro tratamiento. Por ello, tenemos este uso más como forma coloquial que vulgar.
"era casado". Como se señala en la nueva Gramática académica (2010b, 342-343 y 712-713), la oposición entre ser y estar últimamente se ha interpretado como una manifestación del aspecto léxico: los atributos introducidos por estar se interpretan en sentido resultativo, como resultado de un cambio de estado (Está alto), frente a lo que ocurre con ser (Es alto), aunque naturalmente influye también la naturaleza semántica -episódica o caracterizadora- del adjetivo (Está/Es alegre). En el español actual lo común es estar casado, y la otra opción hay que interpretarla como un arcaísmo. Como señala Lapesa (2000, II, 794): En español antiguo, del siglo XII en adelante hallamos usos de ser en situaciones que son actualmente uso de estar (los límites, pues, no estaban claros) […] donde aparecen atribuciones temporales o accidentales.
"aquestos". El Diccionario usual de la Academia de 1914 (85) ya marca el demostrativo aqueste como muy poco usado, y limita su empleo al lenguaje poético. El Vocabulario de Nebrija de 1495 lo recoge.
"Media legua". Se trata de un adjunto preposicional de lugar en el que se ha omitido la preposición: A media legua. Parece solecismo de Peronuño.
Nótese que la forma del imperativo corresponde a la forma de tratamiento "vos".
"Secanales". Esta voz no figura en ninguno de los diccionarios incluidos en el Nuevo Tesoro de la lengua española. Debe tratarse de un vulgarismo por confusión paronímica con secadal ('secano').
"de cabo a rabo". Significa 'desde el inicio hasta el final'. Según Martínez y Myra (2009, 62) es locución adverbial coloquial frecuente.
Interjección de carácter coloquial.
"pequeñicos y mayorcicos". Para el sufijo -ico, véase la nota 3 del primer acto.
"Aluego" es vulgarismo de "luego" por prótesis de la a-. El Diccionario manual de la Academia de 1927 lo recoge como vulgarismo.
La voz "ansí" era anticuada ya en tiempos de la redacción de la obra. Como puede comprobarse en el Diccionario usual académico de 1914 (p. 72) que explica: "úsase todavía entre la gente rústica". Creemos que Galdós lo emplea para caracterizar el habla vulgar de Poca Misa.
Creemos que el verbo topar tiene en la expresión cierto carácter coloquial, y resulta inevitable evocar el conocido tópico de origen cervantino: "con la Iglesia hemos topado, Sancho". Para la presencia de Cervantes en Galdós, puede verse Benítez (1990). Véanse sobre todo las Actas del VIII Congreso Internacional Galdosiano (2005), que dedicó una sección a Cervantes en Galdós.
"(me) echó unos latines". El Diccionario académico actual la recoge como locución coloquial desusada.
"So hi…de tal". So es adverbio ponderativo de carácter despectivo. El Diccionario usual de la Academia de 1914 (944) ya lo marca como familiar. Hi es forma apocopada de hijo usado en expresiones injuriosas; Terreros (1787, II, 282) la marca como anticuada. El pronombre demostrativo tal tiene en la expresión un valor eufemístico. Así que se trata de una locución injuriosa (burlesca) de carácter coloquial y arcaizante.
"te viven". El pronombre corresponde a un dativo ético (NGLE, 2010: 683) de tono coloquial, pues tiene valor afectivo y es característico de la lengua oral.
"Sanos y gordos los tengo como las mantecas de Dios". Todo el enunciado tiene un evidente tono coloquial, patente en los adjetivos y la comparación.
Desde el punto de vista discursivo, "a lo que iba" parece un conector metatextual continuativo (Casalmiglia y Tusón, 2001: 246). Empero, Cortés y Camacho (2005, 211-212) incluyen la expresión entre los "marcadores textuales de progesión temática y relación lineal rearticuladora" como "disgresivo de vuelta". En cualquier caso, conviene señalar que es propio de la lengua oral, y, en nuestra opinión, locución de carácter coloquial.
"no tenemos más que el día y la noche". No tener [alguien] mas que el día y la noche significa 'no tener absolutamente nada'. Para Martínez y Myre (2009, 151), es locución verbal coloquial muy frecuente.
"Vuesa Grandeza". Poca Misa ha inventado aquí un tratamiento, por lo que, a diferencia de lo afirmado en la nota 7, tenemos esta expresión más por vulgar que coloquial. Repárese además en que vuesa procede de vuestra por síncopa de las consonantes de la última sílaba, según un proceso que fue común y general hacia 1500. Sobre estas cuestiones, resulta oportuno el análisis de García Gallarín (2018, 471-481). Aunque podría ser interesante, no vamos a ocuparnos de la deixis social de los tratamientos desde el punto de vista pragmático.
Con el significado de 'avaricia', el empleo de roña" es quizá un uso anticuado.
"pechos, alcabalas, foros, gabelas y otras socaliñas". Son todas voces antiguas. Corominas (1990) las documenta respectivamente en 1090 (p. 432, 'tributo', de pechar, 1044, 'pagar tributo), 1101 (P. 37, del árabe qabála, luego dará gabela a partir del italianismo gabella) y 1435 (p. 519, de sacaliña, 1435, 'ardid para sacar lo que no se está obligado a dar', aunque primero significó 'zancadilla'). Son palabras en uso en la época de la reina Juana I, de modo que por significado y antigüedad la elección de Galdós sorprende por su acierto. Ninguna de estas palabras está marcada como arcaísmo en el Diccionario usual de la Academia de 1914, pero al menos algunas de ellas nos parecen poco usadas, y dan al parlamento de Poca Misa un aire arcaizante.
"parezcan". Con el significado de 'aparecer, dejarse ver' y formado sobre aparecer por aféresis de la a-. No se trata, no obstante, de un vulgarismo, sino que parece más bien un uso arcaizante.
Con el significado de 'holgazán'' no aparece marcado en los diccionarios académicos, pero su origen metafórico le confiere, en nuestra opinión, un tono coloquial.
"So" es preposición poco usada que se ha conservado en algunas expresiones como precisamente la que nos ocupa "so color de". No aparecen marcadas en el DRAE actual ni en los anteriores, pero por su limitado uso se advierte en algunas de estas expresiones cierto carácter arcaizante.
Con el significado de 'nocivo, perverso', es adjetivo coloquial según el DRAE. En el Diccionario usual de 1817 (358) aparece marcado como metafórico. En nuestra opinión, en los tiempos de publicación de la obra era ya un uso próximo al estilo coloquial.
Como se advertirá, se trata de una confusión paronímica entre "alimañas" y "Alemanias". Se trata de un fenómeno próximo a la etimología popular propio del nivel vulgar. La confusión no deja de tener su gracia, y le sirve a Galdós para caracterizar el habla popular (vulgar) y la simplicidad de Poca Misa.
La voz "mesmo" aparece marcada como adjetivo coloquial desusado en el Diccionario académico actual. Ya era anticuado en tiempos de Galdós, y así aparece en el Diccionario usual de 1914 (674). Alvar (1999, 336) incluye esta voz como arcaísmo propio del español de Canarias. No obstante, no aparece en el Diccionario básico de canarismos de la Academia Canaria de la Lengua (2010). Para el hablante que no tiene conocimientos lingüísticos, es relativamente fácil confundir un arcaísmo con un vulgarismo. El hablante corriente no tiene por qué conocer la historia del idioma, y, además, no es extraño que los arcaísmos formen parte de las variedades dialectales, como sucede, por ejemplo, en el español de Canarias o el español americano, de modo que la confusión puede ser aún mayor. Creemos que Galdós no utiliza aquí el arcaísmo con un fin evocador, sino para caracterizar el habla vulgar y rústica de Poca Misa. En este tipo de elecciones es donde se advierte, precisamente, la altísima conciencia que el autor tenía del idioma. Sobre la presencia del español de Canarias y América en la obra galdosiana pueden verse Sebastián de la Nuez (1966), Pérez Vidal (1979) y Lope Blanch (1993), Jose Antonio Samper y Clara Hernández (2000 y 2003) y Behils (1991).
Repárase en que en este parlamento el autor utiliza diminutivos en las acotaciones. Como ha señalado Whiston (1978, 261), "la afición de Galdós a los diminutivos está [es] bien conocida", y le sirven para adoptar un tono que puede ser irónico o compasivo, dentro del habla coloquial.
Repárese en el uso del demostrativo "este" en lugar del correspondiente pronombre personal "él". El carácter deíctico del demostrativo favorece este uso, típico de la lengua oral y propio del nivel vulgar o, como poco, coloquial.
Sobre el sufijo -ico, véase la nota 3 del primer acto.
"Acariciándole". Es leísmo. Véase la nota 33 del primer acto.
Todo el parlamento de Sanchico quizá pueda interpretarse como una denuncia del abandono de las humanidades (de la latinidad), que fue un tópico común en la centuria anterior, y una crítica a la mentalidad señorial, absorta en las hazañas del pasado imperial, según otro tópico también muy común en el siglo anterior que cristaliza acaso en el poema El Escorial (1815), de Manuel José Quintana.
Mucho decir es eso". En el nivel coloquial es frecuente el uso de una construcción similar del indefinido ante nombres con valor ponderativo (Ese coche es mucho coche).
"deslenguado". Era uso figurado en tiempos de la publicación de la obra según el Diccionario usual de la Academia de 1914 (355), que señala el carácter familiar de otras voces de la misma familia. Hoy nos parece voz propia de la variedad coloquial.
"entre ceja y ceja". El Diccionario actual marca esta expresión como locución coloquial. También lo hacía el Diccionario usual de 1914 (222).
"No, hijo, no". Repárese en el carácter familiar del vocativo, propio del habla coloquial y de la lengua oral.
"es del la piel del diablo". El Diccionario académico actual marca esta expresión como locución verbal coloquial, igual que el Diccionario usual de 1914 (799).
"casita". El diminutivo expresa cercanía, y confiere a la expresión cierto tono coloquial.
"yo me lo guiso yo me lo como". Es locución coloquial.
"pica más alto que tú". El Diccionario usual de la Academia de 1914 (796) la marca como locución coloquial. En el Diccionario actual figura sin marca.
"Emperadora" es vulgarismo morfológico por analogía con otras terminaciones del femenino (gobernadora, directora). No se trata, por tanto, de una solución agramatical, sino contraria a la norma mayoritaria. En el Diccionario académico actual se recoge como "poco usada", es decir, que su última documentación es posterior a 1500 pero no a 1900. En el Diccionario usual de 1914 (401) aparece como "forma anticuada". Creemos que Galdós no emplea la voz aquí como un arcaísmo evocador, sino para caracterizar el habla familiar y rústica de Poca Misa, como lo demuestran los parlamentos de Sanchico: "Pero ¡qué bruta eres! No se dice Emperadora", y después: "(Con suficiencia.) Se dice Emperatriz".
Tanto "Reina" como "Emperadora" o "Emperatriz" aparecen con mayúscula inicial en el original. Según la Ortografía actual (2010), no hay razón para esta mayúscula. Sí era norma según la Ortografía académica vigente en tiempos de la publicación de la obra (1815: 74). Por tanto, hemos adaptado la ortografía suprimiendo la mayúscula. Por lo demás, tanto "Emperadora" como "Emperatriz" deberían ir entrecomilladas, pues se trata de un uso metalingüístico, pero no ha parecido oportuno alterar más la ortografía, porque ese hecho tampoco resulta relevante aquí.
"Arrapiezo". Voz derivada de harapo, que es su primera acepción según el Diccionario académico actual. Con h la incluye Terreros (1787, G-O, 265) y también el Diccionario de Autoridades (1734, G-M, 129). Galdós no sigue este criterio ortográfico etimológico, sino que adopta la ortografía académica moderna (Academia usual, 1817, 88).
Con el significado figurado de "persona pequeña, de corta edad o de humilde condición", tiene un valor despectivo. Este segundo uso es menos frecuente y quizá se halla en trance de desaparecer (El Diccionario actual lo califica como "poco usado"). Creemos que se trata de un uso arcaizante que sin embargo es empleado como una muestra del habla familiar y rústica de Poca Misa.